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Medea en estilo Quattrocento de Evelyn de Morgan. 1889. |
En el caso de La Odisea, el motivo de la muerte se relaciona con el del viaje. Odiseo debe probar
que es digno de llegar a casa y volver a ver a su familia, por lo tanto debe
demostrar ciertas virtudes que le merezcan dicha prerrogativa. La misma no es
otorgada al resto de héroes en sus nostoi.
Ellos mueren en la guerra, en los viajes de retorno o poco después de su
llegada a la tierra patria(a excepción de pocos: Menelao, Néstor, personajes
que dialogan con Telémaco en la epopeya). Odiseo demuestra descuidos y vicios
que no son propios de un héroe (por ejemplo el crimen de dar muerte a
Astianacte o la soberbia de blandir su nombre cuando están escapando de
Polifemo). Las pruebas de sus
viajes, el enfrentamiento con ciertos peligros, y los restos que los dioses le
imponen le enfrentan a su propia muerte. En estos casos, la muerte y su
cercanía funcionan como elementos de conocimiento y de aprendizaje.
Se enfrenta a la muerte de otra forma, a
través de la catábasis. En su descenso al inframundo, Odiseo no solo se
enfrenta con su propia realidad y con su condición de mortal, sino también con
la mortalidad de otros hombres y mujeres de importancia. Se enfrenta, por
ejemplo, con su antiguo camarada Elpennor, y con algunas mujeres célebres de la
Hélade. Existe, pues, cierta trascendencia en la muerte de los griegos, todos
ellos subsisten como esencias en el Hades. Un submotivo que se podría extraer
del descenso es la relación que muerte y trascendencia tienen para los griegos.
Otro, por las imágenes que allí se describen de ciertos condenados al Tártaro
(Tantalio, Sísifo, etc.) es la relación que muerte tiene con castigo y con
juicio, algo que tienen resonancia en la concepción cristiana de muerte.
Odiseo es,
además de aquel que huye de la muerte y obtiene algo de ella, alguien que mata.
Cumple con una masacre simbólica y real en su hogar cuando inmola a los
Pretendientes[1]. En este
caso, tenemos nuevamente la relación que muerte puede tener con justicia y
retribución; los Pretendientes se exceden y, por lo tanto, merecen morir y ser
castigados. Pero, también, tenemos la muerte como un rito de gasto. Son
numerosos los sacrificios de animales para complacer a los dioses; la muerte de
los pretendientes es también un rito de retorno por parte de Odiseo. Su viaje
está repleto de ritos de retorno: las numerosas narraciones de sus aventuras funcionan
como ritos de retorno que identifican al héroe con su historia (pensemos no
solo en los feacios, sino también en las historias que cuenta al llegar a casa
antes y después de quitarse el disfraz de mendigo) y que le permiten mostrarse
digno del viaje. La masacre de los Pretendientes es el gran gasto que Odiseo
comete para pagar, finalmente, su entrada al hogar y mostrarse como dueño y
señor de su tierra.
En oposición a
la trascendencia y muerte, está la muerte deshonrosa y el olvido de la muerte.
Hay una preocupación constante de que los marineros olviden su patria tierra o
que sean olvidados. En el regreso a casa se halla la intención de escapar la
muerte para poder ser recordados y perdurar.
Pasemos
ahora a La mirada de Ulises. El contexto
cambia y, por lo tanto, también la carga simbólica de las cosas. La muerte es
tanto o más importante en esta obra que en la Odisea. Pero su contexto es la
guerra de los Balcanes a finales del siglo XX.
La muerte aquí es también una
preocupación, pero es la preocupación de una muerte vacía y absurda. La muerte,
antes que ligada a trascendencia, está ligada a olvido en todas sus esferas. El
protagonista busca unas películas que registran las primeras miradas inocentes
del pueblo griego por los hermanos Mannakis. Él lucha contra un momento de
olvido intentando rescatar de la destrucción un registro de la memoria visual
de un pueblo. Lucha contra una muerte sin sentido para encontrar algo que
recupere significados. En esto la muerte se relaciona, también con el conocimiento.
Pero la muerte no lo otorga directamente. En esto hay una trasnmotivación del
submotivo de la muerte y el conocimiento.
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Kílix de figuras eritromorfas: El saqueo de Troya. s. V a.C. |
EL
ingreso al mundo en guerra, las imágenes de los refugiados y de los
sufrimientos de una sociedad desgarrada por enfrentamientos bélicos, es, de
cierta forma, una catábasis también. En el descenso el cineasta aprende algo
sobre sí mismo y sobre el mundo. Pero la muerte que viven estos individuos no
corresponde realmente a una finalidad de castigo o retribución. Existe un
doloroso vacío en la muerte que causa la guerra: todos mueren, merecedores o
inocentes. En este sentido, la muerte como justicia pierde un poco de sus
valores: se devaloriza la muerte en La
mirada de Ulises.
La muerte
tampoco es un rito y pierde esa cualidad. El que mata no es un héroe que busca
prestigio o justicia y el que muere no es un vicioso que lo merece. Muere el
justo y mata el cruel, como ocurre hacia el final de la obra con Ivo Levy y su
familia. Se trata de una muerte velada por la descompresión y el absurdo. Es
imposible entenderla.
En las
diferencias entre La Odisea y la
película de Angelopoulos demuestra cómo la muerte se dieferencia entre la
guerra moderna y otro motivo (el antiheroe) y, por otro lado, el héroe antiguo
y el regreso a casa. EL cineasta no busca regresar a casa, todo lo contrario,
está buscando perderse y así hallar algo. Lo que encuentra es un mundo moderno,
absurdo, sin héroes. Mientras tanto, en La
Odisea, la muerte se articula en un mundo ordenado y justo, regido por
dioses.
Homero. La
Odisea. Madrid: Espasa, 2006.
La mirada de Ulises. Dir. Theo Angelopoulos. Perf. Maïa Morgenstern
Harvey Keitel. 1995.
[1] Joyce
refiere a su amigo, Budgen, el gran problema que tuvo para buscar paralelos a
este episodio, siendo él un hombre tildado de pacífico; resuelve finalmente en
que su protagonista, Bloom, perdone (otro acto simbólico) a los amantes de
Molly
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